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jueves, 27 de diciembre de 2012

Amor a la 1a vista chenalho


AMOR A LA PRIMERA VISTA: CHENALHO







Dentro del curso en Cuernavaca tuvimos dos semanas de descanso. Había proyectado subir al Popocatépetl en compañía de un joven americano, compañero del curso. Mientras tanto llego el padre Torpey y me pregunto si quería acompañarlo a Chiapas. Yo le conteste: “No se adonde es, pero te sigo.. Hemos viajado juntos desde Montreal hasta México, tal vez un día llegaremos hasta la Patagonia.


Salimos para Chiapas, Don Samuel no se encontraba en San Cristobal. Los hermanos Maristas nos ofrecieron hospedaje y nos facilitaron un jeep para desplazarnos. Harry recordó los lugares a donde había ido de visita con don Samuel. Así llegamos en Chenalho y nos paramos cerca de las cruces, junto a la iglesia. Un mestizo, don Erasto, hombre ya maduro y de aspecto respetable, se acercó a nosotros. Sorprendido por la presencia de dos extranjeros (cosa rara en ese tiempo), nos pregunto quienes éramos. 


-Somos Sacerdotes –dice Harry-
- Aquí no tenemos sacerdote de planta desde la Revolución, nos gustaría tener uno – continua diciendo don Erasto- 
-Pregúntale al “Chaparrito” –bromea Harry-


Pero para mi y desde este momento, no era una broma porque inmediatamente me sentí como “embrujado” por este lugar.

Durante el regreso en México, de repente el padre Torpey me pregunta: 


“?que te pasa que tu no practicas de nada?” 
- Estoy pensando –le contesto-

Una vez en México, le grito: 
- Tu te vas al diablo si quieres, y yo me voy a Chiapas.
- Cálmate. El que decide es el padre Bonnefoy, superior General. Puedes escribirle –contesta Harry- 

Entonces envió una carta a Francia, al padre Bonnefoy. Por correo me contesta: “tu nos saliste para andar de turista en México. Si hay un lugar que te interesa de acuerda, pero bajo condición de que te encuentres con los colegas cada dos meses.” 

No se daba cuenta de la distancia: 1 200 kilómetros de San Cristobal a México pero esta decisión facilitaría mi integración progresiva dentro del mundo indígena. 

Mientras tanto, me quedaban todavía dos meses de curso en Cuernavaca, aprovecho para escribir a don Samuel, quien no había tenido la oportunidad de encontrar. Le comunico la respuesta de Bonnefoy y me pongo a sus órdenes, de preferencia para Chenalho, si eso le parece bien. Por supuesto, Don Samuel me da su acuerdo inmediatamente. 


En este tiempo se une al equipo de los padres de Santa Maria, un compañero más: el padre Camilo Nicoud, canadiense, quien acababa de terminar su preparación para América Latina en Puerto Rico. Yo había conocido a don Camilo cuando entré en el Instituto en septiembre de 1944, cuando el estaba con 10 canadienses en la casa del noviciado, cerca de Tinchebray. Durante la guerra, estos canadienses habían sido internados por los alemanes en el campamento de Saint Denis, cerca de Paris, y ahora se estaban quedando durante algunos meses para descansar en Francia, antes de regresar a Canada. ¿Quien hubiera pensado que Camilo y yo nos íbamos a encontrar juntos en Mexico 20 anos después? 

Por el momento no se trataba de tomar por nuestra cuenta una parroquia en México, sabiendo que no había nadie de parte del Instituto para continuar el trabajo. Eso se realizaría mas tarde a petición formal de parte del Cardenal Miguel Miranda, arzobispo de México. Entonces Torpey y Nicoud, crearon la parroquia del Divino Rosotro en la colonia Moctezuma, cerca del aeropuerto. 

Por mi parte tengo ya compromiso con la diócesis de San Cristobal.

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