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miércoles, 29 de abril de 2020

John Holloway: La Corona Tormenta: Destrucción de la naturaleza. Intensificación de la vigilancia estatal Ficcionalización del capital

John Holloway – Curso La Tormenta (2020) – Coronacrisis I

Los seminarios que nos faltan serán dedicados a la discusión de la Coronacrisis. ¿Cómo entenderla? ¿Cómo entender la crisis en el contexto que hemos estado desarrollando, es decir desde la perspectiva del carácter cada vez más ficticio de la acumulación capitalista? ¿Cómo entender las posibilidades políticas de la situación actual?

John Holloway: Curso La Tormenta (2020) Clase 3

Este curso es el desarrollo de un curso que se impartió por primera vez en 2016 y que se publicó en el libro «La Tormenta». La segunda versión se impartió en 2018.

NARRATIVA DE LA SESIÓN


La Corona-Tormenta / John Holloway

El movimiento estudiantil contra la violencia y luego la emergencia provocada por el coronavirus son expresiones de la tormenta que estamos tratando de entender. Primero, en el caso del movimiento estudiantil emerge como una fuerza que no está dispuesta a aceptar el incremento de esta violencia que es manifestación de la descomposición social ocasionada por la crisis capitalista.
En el caso del coronavirus, hay tal vez tres líneas que nos ayudan a pensar la emergencia actual en el contexto de la tormenta. En las discusiones oficiales no se conecta la pandemia con el capital: se tiende a presentarla como un “acto de fuerza mayor”, como amenaza que viene de afuera. Las críticas, por su parte, enfatizan la continuidad entre la pandemia y el desarrollo del capital.

Los tres puntos más relevantes me parecen:
  • Destrucción de la naturaleza.
  • Intensificación de la vigilancia estatal
  • Ficcionalización del capital

Destrucción de la naturaleza
El coronavirus no surge de la nada. Surge más bien de la destrucción de la relación entre humanos y otras formas de vida. La urbanización, la industrialización del campo, el cambio climático, la deforestación, la pérdida de biodiversidad, el agotamiento del agua: todos estos cambios tienen un efecto profundo en los hábitats y las condiciones de vida de los animales silvestres. Esto facilita la transmisión de virus de esos animales a los humanos (y al revés). Si la destrucción capitalista sigue, es muy posible que el coronavirus esté anunciando una época de pandemias con consecuencias impredecibles. Como dice Antonio Tenorio, un experto en virus: “La aparición de infecciones va en aumento y su contagio es cada vez más rápido. Las razones están asociadas al desarrollo de una economía de sobreexplotación de recursos. Algunos ejemplos que lo explican sería la propia deforestación y el cambio climático que hace que los animales silvestres se acerquen a las poblaciones. También la manipulación de animales silvestres para comerlos, o extraer sus cuernos, etc. El hacinamiento de animales en las granjas―gripe aviar, peste porcina…―el caso de las vacas locas por haberles dado restos de vacas muertas como alimento…”

Intensificación de la vigilancia estatal
En casi todos los países, la regulación estatal de los movimientos de los habitantes de sus territorios ha llegado a extremos inimaginables apenas hace tres meses. Aunque hay diferencias significativas entre los diferentes Estados, la tendencia es común a todos. Aquí también hay líneas de continuidad con el desarrollo mundial en años recientes, sobre todo en el contexto de la llamada guerra contra el terrorismo, como lo ha indicado Agamben. El control está acompañado por un fortalecimiento de poderes policíacos y militares y también por una aplicación sin precedente de software de vigilancia (ver Harari).

Ficcionalización del capital
Lo que más nos interesa en el contexto del curso es la línea de continuidad con el carácter ficticio de la acumulación del capital.
1) El argumento desarrollado hasta aquí entiende la situación actual del capitalismo como un impasse entre capital y humanidad. Este impasse se expresa en el carácter cada vez más ficticio de la acumulación capitalista. La mayoría de los análisis del llamado neoliberalismo lo ven más bien como triunfo del capital. La idea de un impasse enfatiza nuestra fuerza, a pesar de las apariencias, mientras que la idea del neoliberalismo tiende a presentarnos como víctimas.
2) El argumento del impasse se basa en el hecho de que en los últimos cuarenta años, la reproducción capitalista está basada en la expansión constante de la deuda al nivel mundial. La acumulación aparente del capital tiene como base no solamente la producción de plusvalía sino, cada vez más, la anticipación de una plusvalía futura. Cada vez más, la reproducción del capital (y con eso la reproducción social en una sociedad capitalista) está basada en la apuesta de que el capital logrará cumplir mañana la explotación que no ha logrado cumplir hoy. (Ver Plender para cifras recientes sobre la expansión mundial de la deuda). Esta crisis financiera tiene como base una crisis del trabajo, es decir de la abstracción y explotación de la actividad humana. En el centro del capitalismo actual está la insubordinación o no subordinación: la acumulación exige una subordinación cada vez mayor de la actividad humana al trabajo abstracto, pero el capital no la logra imponer. Nosotra/os no queremos y/o no somos capaces de subordinar nuestra actividad suficientemente a la lógica del capital. Esta falta de subordinación no depende de la organización consciente aunque sí la organización puede jugar un papel importante. Las expectativas que tenemos de la vida (lo que Marx llama el elemento moral del salario, lo que también se podría entender como civilización) también juegan un papel.
3) Este impasse entre capital y humanos constituye un bloque al proceso de crisis que es característico de la acumulación del capital. El desarrollo capitalista conduce a una caída periódica de la tasa de ganancia. Para reponerse requiere una reestructuración (lo que Schumpeter llama una destrucción creativa). Pero esta reestructuración no es automática: significa una lucha fuerte para reordenar no solamente el proceso de producción sino el conjunto de las relaciones sociales.
4) La dificultad para el capital de lograr su restructuración se hizo evidente después de la revolución rusa y la ola de luchas obreras en los años 20. Después del crac financiero de 1929 y la depresión económica que lo siguió, muchos Estados (Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, México entre muchos otros) asumieron un papel más activo en la restructuración, postergando y administrando el proceso. Elemento central en eso fue el debilitamiento de la disciplina monetaria a través del abandono del patrón oro. La teoría que justificó esta nueva forma de intervención estatal fue la keynesiana. Sin embargo, la restructuración que creó la base para la acumulación rápida en los años 50 y principios de los 60 no fue producto de las políticas del New Deal sino de la segunda guerra mundial con su destrucción enorme del capital, la matanza de unos 70 millones de personas y la imposición a través del fascismo y de la militarización de una nueva disciplina de trabajo. El impasse de los años 30 (lo que Mattick veía como “crisis permanente”) fue resuelto por la guerra.
5) Cuando surgió otra vez una crisis mundial del capital a mediados de los años 70, después de años de lucha en muchas partes del mundo, no se dio la misma resolución brutal de la crisis. Más bien hubo una lucha prolongada involucrando otro aflojamiento de la disciplina del dinero con el abandono del sistema de Bretton Woods en 1971, la imposición de un régimen de restricción monetaria en 1979 (el Volcker shock, el monetarismo) que duró como dos años y luego una expansión enorme y prolongada del crédito. Esta política fue acompañada por una reorganización del trabajo y el debilitamiento de los sindicatos, pero significó el establecimiento de la acumulación sobre una base cada vez más ficticia y la postergación o prolongación de la crisis.
6) Esta situación de impasse tiene consecuencias importantes para la acumulación del capital. El capital sufre ganancias bajas, crecimiento lento, alta volatilidad. El hecho de que la adquisición de ganancias está cada vez más alejada de la producción de plusvalía quita toda apariencia de sentido o de justificación moral al sistema, prolifera la corrupción y la violencia. La búsqueda frenética de la ganancia aumenta la velocidad de la destrucción de ambiente natural, acelera el calentamiento global, promueve las condiciones para el brote de pandemias. También conduce a la destrucción de todo lo que no sirve a la adquisición de ganancias, los servicios de salud, por ejemplo.
7) La existencia de una situación de impasse no significa que la resolución de tal impasse sea imposible. Tenemos la segunda guerra mundial como ejemplo.
8) La crisis financiera de 2008 no resolvió el impasse. Llevó a la imposición de políticas de austeridad en todo el mundo, afectó mucho las condiciones y oportunidades de vida de mucha gente, sobre todo jóvenes, pero las intervenciones estatales (el gasto de alrededor de 20 billones de dólares para apoyar los bancos y restaurar la acumulación) permitieron evitar una restructuración radical del capital. Otra vez la restructuración del capital fue postergada y prolongada. A través de las políticas de aflojamiento monetario (quantitative easing, QE), se buscó evitar la confrontación total que una restructuración radical hubiera significado.
9) Detrás de las intervenciones estatales (como en cualquier crisis mayor) hubo un debate, y detrás del debate hubo un miedo profundo. Un debate entre halcones y palomas, entre los que apoyan una restructuración, sean las que sean sus consecuencias sociales y los que dicen que una restructuración sin amortiguamiento estatal llevaría a un caos social y podría incluso amenazar la reproducción del sistema.
10) La crisis-y-restructuración del capital quedó como pendiente. Muchos comentaristas argumentaban que no se podía evitar por mucho tiempo, que un colapso financiero era muy probable en estos años.
11) El coronavirus se presenta entonces como oportunidad. Ahora existe la posibilidad de una crisis-y-restructuración de una escala mayor. En este contexto las medidas de seguridad adquieren otro significado posible. Está claro que hay muchas fuerzas tratando de aprovechar la oportunidad presentada de manera improvista, pero no está claro que el capital tenga la fuerza para imponer una restructuración radical del tipo abogado por los halcones.

Un escenario posible es un colapso financiero, junto con la destrucción masiva de empresas pequeñas o ineficientes y de empresas grandes asociadas con formas de acumulación más tradicionales, acompañada por un auge enorme de desempleo, una caída fuerte de salarios y la muerte masiva sobre todo de millones de pobres en las partes más pobres del mundo. Una tragedia humana que podría establecer el capital sobre una base más sana y establecer la acumulación sobre una base menos ficticia. Sería una resolución de la crisis semejante a una guerra mundial. Claro que implicaría un regreso al tren de la muerte, al cambio climático, a la proliferación de pandemias. Esta posibilidad no se puede descartar.

Contra esa solución existen fuerzas para seguir con la postergación y prolongación de la crisis, fuerzas liberales. Promueven la intervención estatal para mitigar los efectos de la crisis, para dar apoyo a empresas grandes y pequeñas y apoyo a los empleados. Su perspectiva es un retorno a la normalidad lo más pronto posible, aunque con ciertos cambios como mejoramiento de los servicios de salud. La escala sin precedente en tiempos de “paz” de las intervenciones estatales, rompiendo todas las reglas de la disciplina monetaria, indican la fuerza de esta posición. Dentro de las intervenciones estatales existe una variedad de concepciones, algunas más “liberales” que otras, algunas que favorecen claramente la restructuración a favor del capital más avanzado, otras más orientadas hacia la supervivencia de los capitales pequeños y de los empleados. Este debate puede tener consecuencias significativas para el mundo después la emergencia, pero ninguno de los enfoques cuestiona la dinámica básica de la sociedad, ninguno piensa en jalar el freno de emergencia en el tren de la muerte. Al contrario, detrás de este enfoque está el miedo siempre presente en las crisis agudas: el miedo al caos, el miedo a una ruptura de la civilización, de esta civilización que nos está llevando a la extinción. En cada crisis se juega con la muerte del sistema.
Las intervenciones estatales ya anunciadas para mitigar el efecto de la crisis exceden por mucho las intervenciones para mitigar la crisis financiera de 2008. Su efecto sin duda va a ser una expansión muy grande de la deuda mundial, es decir del carácter ficticio del capital, con todo lo que implica. La intervención para evitar un colapso social ahora creará tensiones sociales grandes a largo plazo, como fue el caso después de 2008.
¿Existen formas de aprovechar la situación como oportunidad para nosotra/os, como manera de jalar el freno? No sé. Se me ocurren cuatro puntos:
Primero. La experiencia misma. Es una ruptura de las rutinas de trabajo para mucha gente. Significa en muchos casos desempleo, pero en muchos casos también un cambio radical en la disciplina del trabajo. Una ruptura también en la contaminación de las ciudades, una reducción en la velocidad del calentamiento global. ¿Cómo tomar esta experiencia como punto de partida para pensar otro mundo? ¿Significa un avance en la crisis del trabajo abstracto?
Segundo. El desenmascaramiento. La crisis ha tenido un impacto enorme en términos de desenmascarar las estructuras de poder y la irracionalidad del capitalismo, aún si aquí interviene la categoría reaccionaria de “neoliberalismo” para sugerir que lo único que necesitamos es un regreso al capitalismo normal. ¿Cómo expandir el efecto desenmascarizante/desfetichizante al máximo? ¿Cómo conectar el desenmascariento de la ropa nueva del emperador con el carácter ficticio del capital?
Tercero. El aflojamiento otra vez del dinero para permitir políticas antes descalificadas como imposibles. Parece que el dinero pierde toda su fuerza disciplinaria, si los gobiernos son capaces de ir incrementando sus promesas de gasto una y otra vez. ¿Cómo aprovechar esto para cuestionar el dinero mismo como relación social?
Cuarto. La cuestión de la fragilidad de la disciplina social. Mucho depende de cómo vaya desarrollando la situación en las próximas semanas, pero el miedo de los políticos es que llegue un punto de ruptura, que la gente acepte el aislamiento por un tiempo pero después ya no, que prefieran el riesgo de estar contagiada a la perspectiva de morir de hambre.
Tanto para discutir, tanto para pensar, tanto que es impredecible.

ENLACE AL AUDIO COMPLETO DE LA SESIÓN CORONAVIRUS 1 – (2 DE ABRIL 2020)

 


LECTURAS DE LA SESIÓN


PREGUNTAS DE LA SESIÓN

1) ¿Por qué dice Plender que “Cuando el coronavirus se haya ido, será cuando el problema sistémico comience [When coronavirus is long gone, that will be when systemic trouble starts].” ¿Cómo entiendes la relación entre la crisis precipitada, el coronavirus y la expansión continua del capital ficticio?
2) ¿Podemos decir que el origen del coronavirus es capitalista?
3) ¿Qué dice Harvey de la política anticapitalista en la situación actual?
4) ¿Cómo entiende Harvey el impacto clasista del virus? ¿Estás de acuerdo, o crees que los pobres son inmunes?
5) ¿Estás de acuerdo con el argumento de Raúl Zibechi?
6) ¿Cuál es la relación entre los sujetos neoliberales de Harvey y la imposición del estado de excepción (o el toque de queda)?
7) ¿Cuál es la relación del coronacrisis y la intervención del Estado para amortiguar sus efectos?

ENCUENTROS PREVIOS:

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