Entrevista con el Padre
Heyman Vazquez, responsable y fundador de la casa de migrantes "hogar de la misericordia" en Arriaga, Chiapas.
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Arriaga, sur de
México. Centenares de migrantes Centroamericanos esperan, cada día, el tren de mercancía
que se dirige al norte del país. En este largo recorrido rumbo a los EEUU,
sufren a menudo robos, secuestros y violaciones. Heyman Vazquez, cura y gerente
de la Casa del migrante, les otorga
alojamiento y ayuda, paliando la falta de infraestructuras de acogida y leyes
de amparo.
Heyman Vazquez se
estableció en Arriaga en el 2002, destinado a ejercer funciones de cura.
Tropezó con una realidad inesperada: numerosos migrantes llegados a pie de
Guatemala tocaban a las puertas de su iglesia, pidiendo techo y comida. Vazquez
decidió entonces construir un albergue para acogerlos.
Pregunta : Su casa
abrió en el 2004. ¿Cuáles son sus características?
Respuesta :
Empezamos por comprar un cacho de tierra, levantamos un edificio y cada día
ofrecemos ropa, cama, información, atención médica y ayuda moral a las personas
migrantes que pasan por acá. Se trata de responder a una situación, de reducir
los riesgos que encuentran en el camino. Muchos llegan caminando desde la
frontera de Guatemala, intentando eludir los retenes de la policía migratoria.
Cada uno de ellos se puede quedar hasta tres días en esta casa. Alojamos a unas
cincuenta personas a diario. Hay 52 casas igualitas repartidas en México, la
mayoría ubicadas en zonas fronterizas. Todas son apoyadas por la iglesia.
¿Quién llega más
concretamente a su casa?
La gran mayoría son
hondureños, pero también hay gente de Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Nos
damos cuenta de que la migración aumenta año tras año. No sabemos cuántos de
ellos logran alcanzar los EEUU, muchos se quedan en México por problemas varios
encontrados en el camino o por falta de ofertas de trabajo en el norte de
América. También tenemos a migrantes menores de edad, algunos andan solos. Se
convierten en presas potenciales para los grupos de narcos. Una mañana, nos
llegó un zipote hondureño de ocho años de edad, vivo e inteligente. Hicimos
todo lo posible para regresarlo a su país de origen: los narcos buscan esa
clase de víctimas para poder raptarlos, adiestrarlos y ponerlos a trabajar a su
servicio. Los migrantes con más dinero se albergan en los hoteles de Arriaga.
Los coyotes también poseen sus casas de albergue.
Un tren de
mercancía pasa por aquí tres veces a la semana, rumbo a Ixtepec. Es una etapa
del recorrido hacia los EEUU. Es impresionante ver cuantos migrantes se
amontonan esperando este tren, a veces durante varios días, sentados en los
rieles, bajo el sol y la lluvia. El viaje les resulta bien pesado, a veces hay
accidentes por caídas del tren que necesitan amputaciones. También son víctimas
de extorsiones.
Existen leyes de
protección a los migrantes en México. ¿Son eficaces?
Han permitido una
toma de conciencia que va avanzando poco a poco. Chiapas ha sido, durante un
largo periodo, el Estado más peligroso de México respecto a los migrantes: los
robos eran frecuentes, las violaciones a las mujeres, había una gran cantidad
de personas lastimadas. La policía, lejos de protegerlos, también actuaba
violentamente contra ellos. Recibían muy escasa atención médica y efectuar
cualquier trámite judicial les resultaba imposible. Se puede decir que la
sociedad entera maltrataba a los migrantes. Las leyes de protección no han
acabado con todos estos problemas, pero por lo menos han logrado visibilizar un
fenómeno silenciado durante demasiado tiempo. Desafortunadamente, los cuerpos
de las autoridades no cumplen siempre con lo que les estipula la ley, pero
actualmente, en el papel, el migrante se ha convertido en una persona con derechos
en materia de seguridad y salud, habilitado para efectuar recursos jurídicos.
¿Los riesgos han
cambiado de lugar? Con frecuencia nos llegan noticias inquietantes del norte de
México.
En los Estados colindantes
con la frontera de los EEUU, la colusión entre las autoridades y el crimen
organizado existe por causas de corrupción. Los migrantes son presa fácil, cada
secuestro equivale a un ingreso de entre 2 y 4 mil dólares. En Coahuila, por
ejemplo, sicarios de los Zetas suelen apostarse en los alrededores de la Casa
del migrante, esperando su salida. Todo el mundo sabe lo que pasa pero nadie
hace nada. Los secuestros se organizan casi de modo empresarial, hay una red
formada por hombres de poder infiltrados por el narco. En teoría, la policía
debería estar vigilando los alrededores de la casa para que no se produzcan
este tipo de actos.
Regaláis un mapa de
riesgos a cada migrante que pasa por su casa. ¿Qué contiene?
Es un guía que
ubica los riesgos naturales y humanos que hay en el recorrido. Se indican los
lugares peligrosos y conflictivos que hay en México, también la dirección de
todas las casas de migrantes. Desde el año 1996, en la frontera con el Estado
de Arizona, se han reportado 1200 fallecimientos, aunque sin duda, en realidad,
haya más. Para llegar a la ciudad de Tucson, los migrantes tienen que efectuar
una caminata de cuatro días por el desierto. Sufren hipotermia, deshidratación
y ataques de animales. A esto hay que añadirle la presencia de sistemas
electrónicos de detección, postas de la policía migratoria y grupos
relacionados con el crimen organizado. El mapa de riesgos indica su posición
geográfica y añade recomendaciones y precauciones a tomar para este tipo de
travesías.
Ha visto usted
pasar a miles de migrantes por su casa. ¿Qué le evoca este fenómeno?
Es un
desplazamiento forzado, nunca se hace por elección, más bien por causas de
pobreza, por situaciones sociales y políticas inestables. En muchos países de
Centroamérica, no existen posibilidades de vivir en dignidad. La fuente de
ingresos principal de muchas familias son las remesas, eso crea una dependencia
muy alta con los EEUU. Aunque esto beneficie a la economía, muchos migrantes
están indocumentados y padecen problemas con las autoridades. Al no tener visa
o tenerlo caducado, trabajando sin inspección sanitaria, se convierten en
delincuentes ante la ley, padeciendo cárcel o deportación.
¿Qué se puede hacer
para que su situación mejore?
Regularización
jurídica y legal. A los Centroamericanos se les pide una visa para entrar en
México. La mayoría no están en condiciones de obtener ese papel y eso les
obliga a cruzar el país sin documentos, escondidos e indefensos. Otorgándoles
una visa, muchos abusos desaparecerían.
Hartzea Lopez Arana
Hartzea Lopez Arana
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