Albergue de Migrantes en Chichimá Comitán, Chiapas
TODAS Y TODOS SOMOS MIGRANTES
Hoy voy a ir a conocer un albergue para personas migrantes.
Me dijeron que hace poco se abrió un albergue para migrantes en las afueras de Comitán. Su inauguración oficial fue el 1° de septiembre de este año, cuando en realidad recibe gente desde el mes de febrero.
Según las indicaciones que me dieron, a partir de la ciudad, sigo el bulevar principal de Comitán rumbo al sur, y saliendo agarro la carretera dirección Tzimol rumbo al oeste, es decir entrando en la Sierra Madre chiapaneca. Luego sigo esta carretera unos pocos kilómetros hasta llegar a la encrucijada de Chichima y de ahí, pregunto por el albergue. Lo que hice.
Hasta entonces solo había ido a los albergues de Tenosique (en Tabasco, ‘la 72 Hogar – Refugio para Personas Migrantes’); de Palenque (en Chiapas, ‘El Caminante’); de Arriaga (Chiapas, Hogar de la Misericordia); y había escuchado mucho hablar de los albergues de Tapachula (Chiapas, con el Centro de Derechos Humanos ‘Fray Matías’) y de Ixtepec (Oaxaca, ‘Hermanos en el Camino’). O sea, albergues que tienen años trabajando, que cuentan con grandes infraestructuras, con capacidad de alojar mucha gente y con un personal muy comprometido, o sea que es su principal actividad pues.
Pero ahí encontré algo que no me esperaba. Y al contrario de haber sido una decepción, fue la enseñanza repentina de lo que los zapatistas llamaron recientemente, “aprender a ser mejores seres humanos”.
Entonces llego en esta ranchería de Guadalupe Chichima. Empiezo a preguntar donde se encuentra el albergue de migrantes. La primera persona a quien pregunto me indica el camino (todo recto) diciéndome que es una casa de dos pisos. Sigo prudente sin grande velocidad para no pasar la casa y después de preguntar una segunda vez (cuya respuesta fue igual), paso en frente de una casa de dos pisos que tiene el letrero ‘Casa Mambré’. No veo nada que señala que podría ser el lugar que busco y como me parece más una casa comunitaria, la paso.
Total que si ¡Esa era!
Eso me dice un señor más adelante de la casa. Entonces me doy la vuelta y pregunto a la señora esperando en la puerta si ya llegue al albergue de migrantes. La señora no parece saber bien que contestarme y me pide esperar al Don.
Sale un Don de la casa, no muy grande y moreno, ¡o sea bien chiapaneco! Se llama Don Artemio. El conoce los contactos que me mandaron aquí y me lleva atrás de su casa, en un solar, a ver la cabaña que montaron para albergar los migrantes.
¡Ahí esta! Una casa de dos pisos, de humildes dimensiones (3.50Metros por 3.50M), hecha de madera con un techo de lámina, sobre piso firme, edificada en medio de varias casas que son los demás familiares. En el cuarto de abajo, se encuentran tres camas superpuestas con su colchón y su almohada. Don Artemio me dice que arriba el cuarto esta igual, que es de los hombres, entonces que el de abajo es de las mujeres, y que así logran alojar por lo menos 12 personas. La escalera que accede al cuarto superior se encuentra afuera sobre un costado de la casa, hecha de madera también y protegida por el techo. Debajo de esta, hicieron un almacencito para los alimentos.
Sobre la pared del frente se encuentra un logotipo de madera pintado, con el nombre de la casa. Casa Mambré. Abajo del nombre se ven unas personas alrededor de un árbol con 7 raíces que, por información del Don, representan las 7 personas que iniciaron el proyecto y que hoy ya son 13 integrantes. A lado del letrero hay una lona enumerando las reglas de la casa. Y ya… Así que como lo comenta el anfitrión, falta mucho por hacer.
Los integrantes estuvieron un rato pensando el proyecto, dibujando planes, organizándolo todo, pero a la vez llevan poco tiempo armándolo. Y como bien dice Don Artemio, es fácil dibujarlo sobre un papel, pero hacerlo realidad necesita tiempo, animo, manos y como siempre, solidaridad.
Esta iniciativa nace por un grupo integrante de la Pastoral de Migrantes del Sureste y mas localmente de la parroquia Asunción de María, parte de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Como se dijo, lo fueron pensando y elaborando entre 7 personas. Pero con el tiempo y la casa en construcción, ya vinieron más apoyos de la zona, lo que llevo el número a 13 personas.
Es entre todos ellas y ellos que se piensa y se hace realidad esta iniciativa, el tiempo que se presta, los alimentos, el dinero y la organización. Las comidas se hacen por turnos y generalmente los alimentos son donados por ellas y ellos mismos. La ubicación del lugar, fue prestado por Don Artemio, con el consenso de su familia. Pocas veces pidieron por ellos mismos apoyos externos, tanto recursos económicos que físicos, pero siempre esta bienvenido, dice el Don.
O sea que esta iniciativa sale del querer apoyar al prójimo desde personas y familias conscientes. Con el pensamiento que somos todas y todos seres humanos, del mismo valor, viviendo distintas realidades pero en el mismo mundo. Don Artemio me cuenta que le daba lastima ver que ahora, cualquier servicio que se podía dar a quien sea se lo tenia que cobrar, que ya no se hacia por solidaridad humana o por caridad.
Recordó tiempos en los cuales todos alojaban a quien estaba en necesidad de un techo, e invitaban a comer quien estaba hambriento. Que ahora, con la venida del turismo y otras impulsiones capitalistas, los cuartos vacios que ofrecían posadas al caminante se convirtieron en fuentes de ingreso rentándolos a un estudiante, un migrante o quien lo pedía. Dice que, cuando vieron hoteles edificarse con esta meta de lucro, muchos prefirieron aprovechar esos ingresos que seguir compartiendo y entonces que ya no había esta impulsión de solidarizarse, humanamente y sencillamente.
Me encanto sentir este calor humano, ver estos valores por la vida, que da sentido a la esperanza, la de un mundo mejor. Me impresiono ver que todos los grandes discursos para cambiar el mundo, ahí se resumían, sin más palabras, solo haciéndolo. Haciendo sin más metas que ‘hay que hacer’, paso a paso. Haciendo con principal recursos las ganas de hacerlo.
De mientras, Don Artemio ofrece a los alojados su baño (sanitario y ducha), que se encuentra en la casa de su familia. También su cocina sirve a recalentar la comida que fue traída por los integrantes. Y estas condiciones no son cómodas, para quien sea, tanto para el uno que para el otro, por la intimidad, la independencia y la seguridad.
Y es con la inspiración de este ejemplo que me despido. Claro el Don no espera pedir apoyo como si fuera, ahorra si como dice él ‘como si fuera pan caliente’, sino que espera que todos y todas nos podamos comprometer en concientizar nos en la relación que tenemos con otras y otros.
Kolectivo De BoKa En BoKa
No hay comentarios.:
Publicar un comentario