Las afirmaciones y ejemplos de este artículo fueron recogidas durante las sesiones del 5° CNI de octubre de 2016. No es una presentación exhaustiva. Algunos datos complementarios se han obtenido de las páginas web de pueblos y medios libres compañeros.
Las formas en que los pueblos originarios de México –participantes del Congreso Nacional Indígena (CNI)– resisten y se rebelan ante los malos gobiernos, las empresas voraces y sus proyectos de muerte, implican procesos de organización popular de largo aliento. Resulta sustancial comprender que sus procesos son heterogéneos, llevan ritmos variados e implican condiciones, duraciones, obstáculos, metas y acciones diversas, aunque todos coinciden en que lo primordial es la defensa del territorio (con todo lo que implica), las comunidades que lo habitan y la vida.
Por tal motivo, resulta enriquecedor asistir a la escucha de la multiplicidad de caminos y experiencias que delegadas y delegados de cada lugar comparten cuando están junt@s. El horizonte convenido es el cumplimiento –por ahora en los hechos– de los Acuerdos de San Andrés Sacamch’en, que el gobierno federal ha incumplido desde su firma, el 16 de febrero de 1996, y que son el fruto de las negociaciones por la paz tras el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en enero de 1994, por democracia, libertad y justicia.
Durante las mesas de trabajo que se realizaron el 11 de octubre de 2016, en el marco del 5° Congreso y 20 aniversario del CNI –que se encuentra en sesión permanente y reanuda trabajos el 30 de diciembre–, pudimos escuchar cómo los pueblos han ido implementando a lo largo de su lucha un entramado de acciones encaminadas a generar su autonomía y salvaguardar sus territorios –incluidos los bienes materiales/naturales (tierras, ríos, bosques, montañas, etc.) y los inmateriales/culturales (lenguas, costumbres, formas de organización, identidad, etcétera).
Autodeterminación y democracia
Una de las medidas más relevantes en esta lucha es la recuperación de sus autoridades legítimas, elegidas por usos y costumbres –como por ejemplo los concejos vecinales, populares o regionales indígenas (los hay, por lo menos, en comunidades de Quintana Roo, Campeche, Michoacán, Chiapas, Guerrero y Oaxaca)– y de sus órganos para la toma de decisiones, como las asambleas comunales que se realizan periódicamente. En éstas se elaboran los estatutos por comunidad y acuerdos internos que dan cuenta de la voluntad de los pueblos. Incluso algunos han recuperado y ejercen hoy por hoy su autogobierno sin injerencia de autoridades municipales; tal es el caso de la comunidad p’urhépecha de Cherán en Michoacán, a menor escala territorial, del pueblo ch’ol del Ejido Tila en Chiapas o el pueblo nahua de Amilcingo en Morelos, que ejercen su derecho a regirse bajo sus propias formas y con sus propias autoridades, sin esperar el reconocimiento del Estado.
Gestión de la organización
Muchos procesos de organización se han gestado por la necesidad imperante de hacer un frente común ante una gran amenaza, como puede ser un megaproyecto, el desborde de la violencia criminal o del Estado. Uno de los primeros pasos fundamentales para la organización y que muchísimas comunidades han dado, tiene que ver con la difusión de información entre campesin@s, pescador@s, avecindad@s, comuner@s o ejidatari@s y el pueblo en general sobre la problemática de despojo que enfrentan, así como también la compartición de las experiencias que los delegados escuchan de sus compañeras y compañeros de otras geografías en las reuniones del CNI. En algunas comunidades se informa a comisariados y autoridades municipales sobre los acuerdos de NO otorgar permisos a empresas (por ejemplo mineras o de semillas transgénicas) y se hacen sesiones de asamblea para declarar el territorio como prohibido para esas actividades nocivas con actas que incluyen una declaratoria al respecto; en otras, se les dan talleres para que comprendan el problema y, en otras tantas, si dichas autoridades se venden o corrompen, les expulsan o se instaura una resistencia frente a ellas.
Investigación, estudio y continuación de la compartición
A la par, grupos y colectivos, que forman parte de los pueblos, dan seguimiento a procesos de investigación y documentación, así como a la impartición de talleres temáticos sobre las problemáticas e intereses de las comunidades, apoyados en ocasiones por asesores especializad@s (jurídicos, científicos, etc.) o como compartición de saberes entre l@s afectad@s. También realizan talleres para compartir la visión de la situación con las y los niños, y hacen proyecciones de materiales audiovisuales que permiten dirigir la mirada a otras luchas y vivencias similares a las del propio pueblo –para «desombligarse», dicen algunos. Durante los trabajos conjuntos realizados en octubre, hubo quienes relataron experiencias de construcción de espacios colectivos de reflexión y estudio sobre temas de anarquismo, marxismo, zapatismo, feminismo, etc.
Un delegado comentó: «Hacemos investigación, por ejemplo, sobre el problema que tenemos con el nombramiento de “pueblo mágico”, el tema del agua y temas que la gente va preguntando. El mal gobierno no quiere que el pueblo sepa bien qué pasa, por eso nosotros investigamos para que se sepa cuál es la realidad de las cosas y no se dejen engañar». Los corredores turísticos y «ecoturísticos» terminan mercantilizando y despojando de saberes y bienes naturales a los habitantes de estos lugares promocionados como «mágicos».
La vía legal
Por otra parte, la lucha en el terreno jurídico es indispensable, ya que en incontables ocasiones, abogados de caciques, empresas o el mismo aparato del Estado han despojado de tierras, aguas y otros bienes naturales a muchísimas comunidades mediante manipulaciones legales espurias. También hay un enorme abanico de agresiones ante las que se busca el cumplimiento del estado de derecho, es decir, un mínimo de justicia. Actualmente la resistencia en este campo implica, sobre todo, la interposición de juicios de amparo por el respeto a sus tierras o recursos naturales, así como a sus derechos humanos y colectivos. Sin embargo, en no pocos casos, tribunales y juzgados nacionales han desestimado las pruebas aportadas por las comunidades e invalidado en los hechos los derechos estipulados en convenios y cartas magnas, nacional e internacionales ratificados por México (como la Constitución mexicana, el Convenio 169 de la OIT, la Declaración Universal de los Derechos Humanos o, más recientemente, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas).
También sucede que los gobiernos y empresas no cumplen las sentencias dictadas en favor de los pueblos. Esto ha dado como resultado que varios casos lleguen a instancias internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, como es el caso de la ominosa masacre de Acteal en 1997 (del que se espera pronto el informe final) o el caso de despojo de tierras y violencia paramilitar en las Cascadas de Agua Azul, Bachajón, ambos en Chiapas. Los pueblos organizados contra el megaproyecto de aeropuerto en la zona del lago de Texcoco han buscado otros espacios como el Tribunal Latinoamericano del Agua, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos o el Tribunal Permanente de los Pueblos (instancias ético-jurídicas internacionales).
Acción directa
Gracias a una cuidadosa organización, al gran valor, fuerza moral y convicciones férreas que estos pueblos guardan, en diferentes territorios también han logrado recuperar tierras de las que fueron despojados o que les fueron invadidas por empresas, caciques o terratenientes —muchas veces reconocidos como ligados a grupos criminales—. Tales son los casos de la comunidad nahua de Ostula en Michoacán, que en 2009 recuperó cerca de mil hectáreas arrebatadas por «pequeños propietarios» ligados al cártel de los Caballeros Templarios; las dos mil hectáreas comunales del pueblo binniza’a (zapoteco) invadidas por la empresa Gas Natural Fenosa en 2013, o las recuperaciones de tierras en San Francisco Teopisca, el Ejido Tila y otros pueblos zapatistas durante los últimos años en Chiapas; también en el 5° CNI, se comentó sucintamentese sobre las recuperaciones de tierras del pueblo wixárika (huichol) que ha implicado, entre muchas otras medidas y como a otros pueblos, un levantamiento en armas.
Se comentó que una acción que puede ser útil –mas no infalible– para no verse en la necesidad de tomar medidas drásticas que han costado vidas, es la puesta de acuerdo, por parte de muchas comunidades, para negar el otorgamiento de cambio de uso de suelo y designar comisiones de autoridades agrarias que presenten las actas ante la Secretaría Agraria y den seguimiento a los casos para tener claramente establecida la propiedad comunal de la tierra. En este punto se recalcó la importancia de «tener los documentos en orden, el plano definitivo y la carpeta básica». Uno de los llamamientos principales que el CNI ha hecho a lo largo de su caminar como pueblos hermanos ha sido el de «no vender la tierra», para evitar el acaparamiento y destrucción de los territorios y blindarlos contra el avance de los proyectos de muerte del capitalismo voraz.
Articulación regional
Sin embargo, a pesar de estas medidas, las amenazas de imposición de megaproyectos regionales –como el de la Zona Económica Especial 1 del Istmo de Tehuantepec (ZEE-1) o el Proyecto Integral Morelos (PIM)–, continúan avanzando. Frente a ello, se ha puesto mayor atención a los procesos de articulación regionales para la defensa del territorio. Toman mayor relevancia reuniones en las que se realizan posicionamientos públicos conjuntos, la elaboración de carpetas informativas, folletos y, en general, acciones para el fortalecimiento de la vinculación y la comunicación entre comunidades que comparten origen étnico y/o territorio. Mediante estos procesos se han logrado constituir asambleas amplias o frentes amplios que aglutinan a muchos pueblos o comunidades, como por ejemplo la Asamblea del Pueblo Chontal y la Asamblea Popular del Pueblo Juchiteco en Oaxaca, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua de Puebla, Morelos y Tlaxcala o la Coordinadora de Pueblos y Organizaciones del Oriente del Estado de México.
También en algunas regiones, con asesorías de colectivos y organizaciones de confianza, se ha logrado mapear proyectos extractivistas y se han realizado «escuelas de formación» dirigidas a fortalecer la organización comunitaria. A decir de algunos delegados asistentes al 20 aniversario del CNI, los trabajos de mapeo son necesarios para ubicar las problemáticas y las resistencias de los pueblos hermanos, concebir una visión más clara y continuar tejiendo la red de las muchas luchas que son.
Comunicación
En el terreno de la comunicación, se mencionó la gran importancia para la resistencia de la labor de las radios comunitarias –algunas con largas trayectorias como Radio Huayacocotla, al aire en Veracruz desde 1965, y otras recientes como Radio Zapata, de la Región Costa Chica-Montaña de Guerrero, que el próximo abril festejará su segundo aniversario– y de la gestión de otros medios de información internos como el volanteo, el voceo o la publicación de boletines y periódicos locales, como el periódico La Flor en el Valle de Puebla, que mencionó un compañero nahua.
Aunque comunicadoras y comunicadores indígenas han sufrido graves agresiones en diversos lugares, los pueblos saben que la tarea de brindar información confiable que desmienta los engaños de los grandes medios alineados al Estado, con fuentes directas –es decir, desde abajo– que comuniquen lo que sucede en sus territorios y en las geografías de pueblos hermanos, es indispensable para generar consciencia y crecer la organización colectiva. Además de las radios, actualmente varias asambleas, organizaciones y colectivos de muchas comunidades cuentan ya con páginas web en las que comparten al mundo su palabra, su visión, sus comunicados y hasta algunas actas de asamblea firmadas. También las luchas han recurrido a la implementación de estrategias de medios más amplias, que implican por ejemplo, la convocatoria a ruedas de prensa, la visibilización en medios de mayor circulación –lo cual se ha logrado en determinados momentos, en algunos casos–; las vinculaciones con medios libres o autónomos; la realización de campañas, caravanas en bicicleta –porque «hay que ser creativos»–, foros informativos, etc.
Reproducción de la vida
Alimentación
En el ámbito fundamental del sostenimiento y reproducción de la vida cotidiana quedó de manifiesto que muchos pueblos del CNI han logrado o están caminado hacia la autonomía alimentaria. Esto incluye el resguardo e intercambio de semillas nativas, la recuperación y transmisión de las formas de siembra tradicional (por familia y/o colectivamente) de la milpa y de otros alimentos, así como la elaboración de plaguicidas orgánicos, como sucede en Calakmul, Campeche, y otros lugares de la península. También organizan la impartición de talleres para concientizar sobre el peligro de los transgénicos y los agroquímicos, y la celebración de eventos como la «fiesta de semillas nativas» que se realizó este año por novena ocasión en Hopelchen, Campeche –una de las muchas comunidades mayas que resisten y se rebelan contra Monsanto y sus semillas transgénicas y agroquímicos venenosos.
Cuidado del ambiente
Asímismo, en lo que concierne a las formas del cuidado ambiental, cada vez hay más posibilidades de adquisición y combinación de saberes y conocimientos para mejorar el aprovechamiento, manejo y economización de los recursos, sin dejar de guardar el mismo respeto y amor por la naturaleza que generaciones anteriores. Además de la agroecología básica, los almacenes y redes comunitarios de semillas y las milpas colectivas, en algunas comunidades han comenzado a implementar ecotecnias que con un mínimo impacto al ambiente generan mayores beneficios al pueblo.
En una comunidad de Jalisco, por ejemplo, están experimentando «domesticar algunos hongos» (cultivarlos), eliminaron los agroquímicos, abonan con tierra de lombriz roja californiana y separan la basura orgánica de la inorgánica. En otra comunidad de Michoacán han construido baños secos y hacen «cosecha de agua pluvial»; en otras pertenecientes al Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua de Puebla – Morelos – Tlaxcala (FPDTA-PMT), realizan campañas de reforestación; en la península rechazan lo concerniente a la agricultura mecanizada y de monocultivo; en el sur de Jalisco han llegado a quitar cañones antigranizo de empresas de berries que denuncian que afectan el ciclo de lluvias y también han construido estanques de agua.
Salud
En el rubro de la construcción de la salud, existe un arduo trabajo encaminado a la recuperación, práctica, divulgación y reconocimiento de la medicina tradicional. Los saberes milenarios sobre cualquier variedad de plantas, sus formas de preparación y consumo, los cuidados y manejos del cuerpo enfermo o en el embarazo son reivindicados como herencia invaluable de curander@s, hueser@s, sobador@s y parteras que ejercen su labor a pesar de la descalificación y marginación que desde la medicina occidental se ha erigido contra ell@s. Así, la formación de promotoras y promotores de salud, la enseñanza de herbolaria y la gestión de casas de salud autónomas, son algunos de los trabajos que se realizan actualmente en cada vez más pueblos y comunidades del CNI.
Educación
En el campo de la educación autónoma, muchos pueblos ya trabajan en la recuperación de su lengua con la educación bilingüe y de su cultura con base en sus propias formas de concebir y relacionarse con el mundo. Delegados compartieron que hay escuelas que actualmente llevan ocho años funcionando, otras apenas llevan un año, hay un proyecto de escuela sabatina popular y hay quienes se encuentran trabajando en proyectos por venir. En el Valle de Puebla, compañer@s nahuas instauraron un programa sobre la historia del pueblo en cuatro épocas: 1) el imperio azteca, 2) el proceso colonial, 3) el proceso de independencia, 4) y el proceso revolucionario con Emiliano Zapata. La vinculación en los territorios se ha dado también con otros sectores de la sociedad, como con l@s maestr@s combativ@s de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) u organizaciones estudiantiles. A partir de esto, algunas comunidades han tomado la decisión de crear escuelas autónomas.
Proyectos productivos y economía solidaria
Vari@s delegad@s platicaron sobre diferentes proyectos productivos que desarrollan en sus comunidades para fomentar una economía local solidaria, de autosustento e intercambio justo. Por ejemplo, en San Francisco Teopisca, Chiapas, se administra la tala moderada para al aprovechamiento de madera, tienen una panadería, hortalizas y se dedican a la cría de pollos; en Amacueca, Jalisco, abrieron cooperativas para vender tilapia y comenzaron con la producción de mezcal artesanal; los pueblos y organizaciones del Estado de México en defensa de su tierra realizan campañas para ventas de hortalizas; los nahuas del Valle de Puebla trabajan su arte y hacen serigrafía en playeras.
El tianguis, el tequio o mano vuelta y el trueque son formas de intercambio siempre nombradas entre los pueblos. Un caso que resalta es el de algunas comunidades del norte y centro de Veracruz que manejan su propia moneda local, el Tumin. El delegado del CNI de esta región comentó: «Estamos dando la batalla contra el dinero y para eso está el Tumin en el norte y centro de Veracruz, es una lucha que hemos dado para consolidar redes de intercambio solidarias y que genere organización. El Tumin es pues una moneda compañera para el intercambio de bienes, productos y saberes; con ella estamos diciendo que podemos liberarnos tantito del dinero capitalista».
Relaciones de convivencia
Las mujeres
Sobre las formas de convivencia, hay quienes han tomado como ejemplo y guía la Ley Revolucionaria de las Mujeres Zapatistas y han anulado el consumo de alcohol y drogas en sus espacios colectivos, a decir de un delegado, «porque eso desmoviliza y reproduce la violencia machista hacia las mujeres». Así, también en diferentes pueblos, las mujeres han comenzado a generar espacios de autoformación y autodefensa, así como talleres para el conocimiento de sus derechos humanos y han generado redes de apoyo mutuo.
Asimismo, la participación de las mujeres en los espacios políticos y de lucha es cada día un poco más reconocida y solicitada. El Colectivo de Mujeres Zoques de Chiapa de Corzo (Chiapas) se organizó a partir de la resistencia a un basurero municipal en su comunidad; posteriormente, su trabajo y reflexiones se han ampliado «por la defensa y dignidad de la tierra». También en Huitzizilapan, Estado de México –como en Cherán, Michoacán o Tepoztlán, Morelos– las señoras han estado al frente en momentos álgidos de la lucha; en la comunidad Emperador Cuauhtémoc en Chilpancingo, Guerrero, y en Amilcingo, Morelos, recientemente eligieron representantes mujeres.
L@s jóvenes
En lo que refiere a la transmisión y continuación de la lucha, se hizo hincapié en que ya no sólo hay consejos de ancianos, sino que también las y los jóvenes se organizan colectivamente para tomar parte activa en las decisiones y acciones que se llevan a cabo por el bien de las comunidades. Los trabajos de resistencia y rebeldía recaen cada vez menos en un solo grupo porque ahora se promueve la participación de mujeres y hombres de todas las edades. Un joven delegado planteó una «visión colectiva» de lo que es la rebeldía:
Para nosotr@s, la rebeldía es una cuestión de principios, buscamos aprender de los zapatistas, del CNI y de otros pueblos del mundo […] Nuestro sueño es la reconstitución de nuestro pueblo, la defensa de la madre tierra y la autonomía de nuestras comunidades mazatecas; organizarnos con ellas, con sus propios gobierno, economía, educación, salud, justicia, democracia, comunicación […] Conocer las luchas de los espejos de nuestros hermanos indígenas también nos ha enseñado a organizarnos.
Eliminación de relaciones de subordinación con representantes del Estado
Otra forma de la digna rebeldía que muchos pueblos y comunidades llevan a cabo es la no aceptación de ningún tipo de programa social o apoyo gubernamental, lo que implica resistir a los múltiples intentos de partidos políticos y gobiernos por comprar votos y simpatías mediante el condicionamiento de «las migajas que ofrecen» y así, corrompiendo con dinero, materiales o hasta con puras promesas, ganar adeptos para dividir a las comunidades e imponerles sus cotos de poder. Compañeros de Puebla, del FPDTA-PMT, comentaron que rechazaron una parroquia y una clínica que les ofrecieron, y que la presidencia municipal rechazó millones que le darían por venderse. Cabe recordar que los pueblos, comunidades, tribus, naciones y barrios pertenecientes al CNI se reivindican apartidistas.
Justicia y protesta
Otra forma de resistencia que sostienen los pueblos del CNI son las acciones por la liberación de las y los compañeros que por defender sus territorios han sido criminalizados, aprehendidos y encerrados por el Estado en cárceles de todo el país, valiéndose de la fabricación de delitos para neutralizar y alejar a las personas de sus comunidades y sus luchas. Comunidades, colectivos, organizaciones y personas solidarias realizan campañas de información sobre los casos de las y los presos políticos –tanto del CNI, adherentes a la Sexta, de la Red Contra la Represión y por la Solidaridad y también por los presos anarquistas de México–.
Como botón de muestra, nombramos la lucha por la liberación de los cuatro presos loxichas (zapotecos xiches) que se encuentran en reclusión desde hace 19 años; la de «los presos del agua» de Tlanixco, Estado de México, quienes llevan 10 años de privados de su libertad y con sentencias de hasta 54 años; la lucha por la libertad de Luis Fernando Sotelo Zambrano, preso anarquista recluido desde hace dos años en la Ciudad de México, sentenciado a 13 años de prisión y a pagar multas millonarias «por reparación de daños»; o el caso de Florentino Gómez Girón, integrante del Frente Popular Ricardo Flores Magón (FREPO-RFM) de Chiapas, quien estuvo preso en El Amate en 2014. Para lograr su libertad, la comunidad de Chingtón, además de procurar la defensa jurídica, realizó plantones, suturación de labios, huelgas de hambre e inclusive Agustín Gómez Pérez –quien aún se encuentra en proceso de curación– se inmoló frente al congreso local del estado.
La movilización en las calles y espacios públicos, así como el cierre de carreteras, son también parte de las tácticas que, como diversos movimientos sociales, han adoptado los pueblos originarios y organizados de México para exigir justicia ante los actos de barbarie que cometen diversos agentes del Estado. En distintos espacios y tiempos se han organizado además, barricadas para detener el avance de la militarización, contra las empresas que invaden territorios o para amortiguar los actos de represión de los cuerpos policiacos, como sucede actualmente en Oaxaca. Un delegado de dicho estado comentó: «En diversas ocasiones hemos organizado marchas y acudido a otras, hemos exigido la aparición con vida de nuestros compañeros de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, la liberación de nuestros presos políticos; hemos exigido el cese al hostigamiento a las comunidades zapatistas; hemos realizado pintas con nuestras consignas, pegas, mesas de información». Otro delegado del FREPO-RFM declaró: «La rebeldía es la vida, la sumisión es la muerte. Desde el principio estamos con Ayotzinapa, hemos dicho NO a las reformas estructurales, justicia para Nochixtlán y alto a la guerra de baja intensidad». La exigencia de justicia para las miles de familias de desaparecid@s y asesinad@s por el Estado también es hilo neural del tejido de la resistencia.
Otras redes y vinculaciones
Una trinchera específica de la rebeldía –que aglutina a indígenas y no indígenas– es la que se dirige contra los altos cobros de luz eléctrica. Pueblos y comunidades de Chiapas, Campeche, sur de Veracruz, Oaxaca, Guerrero, Estado de México, Ciudad de México, Chihuahua, Puebla, Morelos y Tlaxcala conforman la Red Nacional de Resistencia Civil contra las altas tarifas de energía eléctrica, que se rebelan mediante el no pago de los recibos, se organizan para conectar la electricidad cuando personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) la corta, capacitan a «técnicos de la resistencia» para mantener su red autónoma y han resistido los hostigamientos que varias y varios de sus integrantes más visibles han padecido por promover el acceso a la luz eléctrica como un derecho humano que debe ser de bajo costo para la población, sobre todo para quienes tienen pocos recursos económicos.
En la Sierra Norte de Puebla las comunidades han logrado articular una organización regional en contra de los corredores turísticos proyectados para la zona. Se ha creado un Concejo contra la minería y el fracking. Además de las asambleas locales, cada tanto se realizan asambleas regionales, donde se encuentran las comunidades nahuas y totonacas de la Sierra Norte.
Algunos delegados plantearon los caminos recorridos, las dificultades o los deseos de relacionarse más estrechamente con otras comunidades de su región o con comunidades de otras regiones del CNI; propusieron hacer reuniones más seguido y ponderar los objetivos comunes por encima de las diferencias personales o de grupo. Todos saben que no son procesos sencillos. El delegado del Consejo Maya Balam del occidente de Guatemala, invitado al 5° CNI de México, declaró: «Los pueblos con sabiduría creamos un tejido multiforme de resistencias y rebeldía con resultados intercomunitarios. Existe la posibilidad de una relación-organización intercultural para hacer las luchas más dinámicas y amplias.»
Migración
La cuestión de la migración –sea voluntaria o forzada– comprende un bastión más desde el que pueblos y comunidades resisten ante la presión del modo de vida capitalista que busca la homogenización de las diversidades. En este sentido algunos compañeros delegados informaron sus experiencias. El Centro de Lengua y Cultura Zoque se creó para pensar colectivamente qué significa ser indígena fuera de las comunidades, lejos de la lengua y territorio propios. En Amacueca, Jalisco realizan encuentros del campo y la ciudad para hermanar ambos contextos y tomar consciencia de la interrelación que existe entre sí. La comunidad wixárika de San Sebastián Teponahuaxtlán ha buscado brindar apoyo a la resistencia de las comunidades que están en su ruta de peregrinación, como formas de solidaridad en movimiento; y grupos mazahua y p’urhepechas radicados en la Ciudad de México resisten organizados en la lucha por el derecho a trabajar, a vender sus artesanías y a ser respetados en la conservarción de su vestimenta, lengua y costumbres, como parte de su identidad.
Seguridad
Dado el clima imperante de violencia que ha crecido en los últimos años a lo largo y ancho del país, muchos pueblos, tribus, naciones, comunidades y barrios del CNI se han dado a la labor de recuperar e implementar sus propias formas de seguridad autónoma. Compañeros han comentado con certeza, en varias ocasiones, que sólo ellos mismos se conocen y saben que realmente se van a cuidar entre vecin@s. Las formas varían desde las rondas comunitarias vecinales de participación voluntaria hasta las policías comunitarias armadas en las que cada integrante es elegido en sesión de asamblea, y que brindan su servicio sin pago y de manera rotativa.
Escuchamos ejemplos de este trabajo en comunidades de la región Costa-Montaña de Guerrero, en Amilcingo, Morelos, en la Sierra de Santa Marta, Veracruz, en una comunidad campesino-urbana de Chilpancingo, Guerrero, en Teopisca y Tila en Chiapas, en el sur de Veracruz, Sierra de Santa María y San Martín donde comunidades nahuas tomaron la iniciativa de invitar a compañeros de Michoacán y Guerrero a que les platicaran sobre sus experiencias con sus policías comunitarias y, a partir de la compartición, ellos implementaron su propia vigilancia comunitaria; en Cherán, Michoacán, donde la seguridad incluye, además de la ronda comunitaria, al Concejo de Honor y Justicia –que se encarga de velar por la paz, el orden y la reparación de daños entre habitantes–, así como la activación de las fogatas por cuadra en momentos que el pueblo entra en alerta.
No se puede dejar de mencionar el emblemático caso de Ostula, Michoacán, donde, dado el asedio constante del crimen organizado y los hostigamientos ilegales de los cuerpos policiacos y castrenses –que recientemente arrebataron la vida a Hidilberto Reyes de doce años–, «los comuntarios» están permanentemente comunicados, informados y al pendiente de toda persona que entra al territorio y a las comunidades.
Cultura, identidad, espiritualidad
La dimensión cultural de la vida de los pueblos se encuentra entretejida y brota en prácticamente todos los espacios de lucha; genera cohesión social, abre vías para conectarse y relacionarse con la naturaleza y el entorno, los sucesos y las personas o grupos; ayuda a levantar los ánimos y provee bienestar por los hechos significativos de celebrar, conmemorar, agradecer, pedir, consagrar, ya sea la vida, la muerte, los cambios, los dones o dar continuidad a las tradiciones, ritos y costumbres heredados de los abuelos para honrar la existencia y los lazos. Por ello, las fiestas, los eventos conmemorativos, artísticos y culturales son bálsamo para el espíritu y fuente de fortaleza en los procesos de lucha. Las conmemoraciones y ceremonias ayudan a mantener viva y presente la memoria que une en el tiempo a generaciones de familias y seres queridos, así como a reafirmar, transformar y renovar las identidades.
Algunas de estas actividades, relatadas por compas del CNI son: por la memoria y contra la impunidad, la conmemoración anual de la masacre de Acteal convocada por la Sociedad Civil de Las Abejas de Acteal, las ceremonias tradicionales con las que cada vez comienzan los foros informativos de los Pueblos y Organizaciones del Estado de México en defensa de su tierra para que los eventos sean fructíferos, en Comanchuén, Michoacán «si se da buen maíz, hacemos fiesta», en Amatlán de Quetzalcoatl, Morelos, un comité cultural resguarda los espacios sacros de la comunidad, algunas comunidades nahuas del sur de Veracruz realizaron recientemente un festival de rap para informar el por qué del rechazo al fracking, la minería y los parques eólicos, concientizando a las y los jóvenes a través de la música y la lírica.
En la huasteca veracruzana, en Reyixtla, buscan la conservación del patrimonio biocultural a través de sones tradicionales en náhuatl para forjar eslabones intergeneracionales, en Hopelchen, Campeche celebraron la 9a fiesta de semillas nativas y además se encuentran en un proceso de recuperación de la teología indígena maya, en Tuxpan, Jalisco, las fiestas duran muchos días. Sobra decir que cada pueblo tiene sus fiestas patronales, cada una con sus simbolismos, colores, sabores –en 2010 la gastronomía de México fue declarada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)–, elementos de fe y de fiesta distintivos. Las radios comunitarias también juegan un papel valioso en la difusión de la cultura, desde la lengua, la música, la poesía, los relatos y toda la rica tradición oral con que cuentan los pueblos de México.
Un ejemplo de otro tipo de transmisión de la historia, lo dio un compañero, ex-preso político, que relató que durante su encarcelamiento escribió una novela que cuenta su historia –y la de la lucha en que toma parte– y cedió el borrador al CNI para su revisión y posible publicación. La importancia de que cada pueblo escriba su propia historia, literalmente, es incalculable.
Orientarse hacia la vida
Este panorama multiforme y multívoco de intensidades, ritmos, proporciones y demás características diversas, denotan sólo un perfil de los arduos procesos de lucha de los pueblos originarios organizados de México. Y aunque muchas veces, ante las mil cabezas de la hidra, la esperanza parece zozobrar, la realidad es que después de cinco siglos de opresión, ellas y ellos aún siguen de pie, peleando día a día por su vida y por la vida del mundo natural que el capitalismo desprecia cada día más. Ellas y ellos pueden ser una brújula para quienes también resisten y se rebelan ante la sentencia de muerte que gente sinvergüenza, desahuciada por el dinero y el poder, ha proferido sobre las mayorías humanas y sobre todo ser vivo en un mediano plazo en la Tierra.
La colectivización y la puesta en común de los esfuerzos para una recreación de los valores de conservación y dignificación de la vida, llevadas a la práctica y hechas hábito, son la estrella polar que los pueblos originarios nos aluzan para tratar de resistir juntes la tormenta que nos azota. A fin de cuentas y más allá de los pronósticos, navegando en el sentido de la defensa de la vida. A decir de un delegado de Calakmul, Campeche: «Estamos haciendo lo que sabemos hacer como pueblos originarios, respetar a nuestra madre que es la tierra». Otro delegado nahua, de Santa María Zacatepec, Puebla lo compartió así:«Seguimos motivados, creemos que cuando volvamos a los brazos de nuestra madre tierra ella nos recibirá orgullosa y con mucho cariño».
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