Mi nombre es Roberto Carlos Ruiz Hernández, originario de Tegucigalpa, capital de Honduras. Salí de Honduras en el 94 chamaquito arrastrándome de una mano con mis tíos. Llegamos a agarrar el tren en Arriaga y de ahí nos dirigimos a Ixtepec, Oaxaca. Llegué a la frontera de Texas y estuve 4 años en Estados Unidos. Me deportaron porque traía una luz fundida en el carro y me paró la policía. Me deportaron a Honduras. Al mes volví a cruzar. En dos meses y medio llegué a Estados Unidos otra vez y estuve 4 años. Esta segunda vez me deportaron por una redada de migración. Ahí me dedicaba yo a pintar plataformas, tanques… donde guardaban el aceite. Me deportaron a Honduras y esta vez me quedé un año y medio. Viendo la situación de la pobreza decidí volver a iniciar mi viaje a Estados Unidos. De camino me quedé en Chiapas y conocí a mi mujer Patricia Díaz Moreno, con la que tengo ahorita dos hijos. La mayor tiene 9 y el pequeño tiene 5. Nació estando yo dentro. Ahorita tengo como 10 años en México. En Paredón me dedicaba a la pesca. Dada la cuestión de la situación económica en la que vivía, decidí partir otra vez a los Estados Unidos.
=> Labios costurados, Roberto Carlos Ruiz, declarado inocente exije su libertad!
=> Libertad a Roberto Carlos Ruiz en Huelga de hambre desde 8 dias.
=> Roberto Carlos, preso injusto
El
día 22 de mayo del 2013 me encontraba esperando el tren en la ciudad
de Arriaga, en Chiapas, aproximadamente alrededor de las seis o seis
y media, cuando de momento la policía de la fiscalía, todos
vestidos de negro, me detuvieron. De hecho, cuando a mi me detuvieron
hablaban de un robo, me dijeron que supuestamente había habido un
robo, que iban a ver si yo era una de las personas que robaron.
Porque supuestamente el delito que me pusieron no soy solo yo, son
cuatro personas. Pero la cuestión fue que nunca me llevaron a que
alguien me señalara, me llevaron a una casa de seguridad. Ahí
estuve toda la noche incomunicado, estuvieron torturándome, me
pegaron una buena chinga, me quitaron hasta un pedazo de carne ahí
donde me arrastraron. 4 Años y aún no se me ha borrado.
Cuando
llegué con la secretaria de Ministerio Público, se llama Lorena, es
de Tres Picos, me preguntó porque me vio cómo iba yo. De hecho,
cuando estaba declarando me levanté para vomitar sangre. Ella me
dijo que si apuntaba porque yo llevaba torturas y yo le dije que sí,
de hecho eso viene en el expediente. De hecho en mi primera sentencia
me la revocó el Tribunal Superior de Justicia porque presentó
torturas en el expediente, pero el Ministerio Público nunca lo tomó
en cuenta, ni el juez.
En
los interrogatorios los aprehensores siempre me acusaban de robo, yo
les pregunté que qué estaba robando y ellos contestaron que nada,
porque no encontraron nada. Ahí fue que yo le dije a la secretaria
Lorena que mire estas personas, ni siquiera saben de qué me acusan.
Si yo pedía careo nunca se presentaban. Y así estuve dos años y
medio pidiendo careos y sin sentencia. Ahí estaba, en el penal de
Tonalá. La sentencia me la confirmaron en el 2016. Me acusaron de
extorsión, 5 años y 3 días. Las personas que supuestamente
extorsioné, supuestamente estaban en la casa del emigrante de
Arriaga, pero fueron allá y no aparecen ni en la computadora ni en
el Instituto Nacional de Migración. Cuando un migrante llega a la
Casa del Emigrante te toman tu nombre y te toman una foto y lo
guardan en la computadora. Yo le dije al juez cuando me sentenció,
pedí una audiencia con él y le dije que él me estaba sentenciando
por fantasmas que ni él conocía ni yo tampoco. Porque pedí careos,
nunca se presentaron. Pedí también interrogatorios y por igual.
Allí en Tonalá hay como 50 personas por el mismo delito y nadie se
presentó.
Desde
el 2015 la Mesa de Reconciliación me ha mandado estudios, huellas y
firmas diciendo que me iba a dar libertad anticipada, y nada. La Mesa
de Reconciliación atrajo mi caso cuando hice mi primera huelga de
hambre exigiendo mi libertad en 2014. Me costuré la boca 9 días,
estuve con miel y agua. No hubo ninguna solución y esperé como 2
años. Hicimos una petición yo y Frayba por vía legal pidiéndole
al presidente del Tribunal Superior de Justicia Utilio Escandón
Cadenas de la manera más atenta que me ayudara. El vocero de la mesa
de reconciliación, Alfredo Redondo Santomé, se comprometió a
liberarme en el mes de febrero de 2017. Llegó febrero y no pasó
nada, llegó marzo y por igual, llegó abril y por igual. Entonces
tomé la decisión de continuar con otra huelga. Inicié el mes de
mayo durante 10 días. Me costuré la boca y tomé sólo miel y agua.
Intentaron romper mi huelga por la fuerza el director y la guardia y
entonces amenacé con cortarme las venas para impedir que me la
pararan. Es que fíjate que una huelga de hambre si no te costuras no
sirve, no te hace caso el estado. Yo esa vez que me puse con huelga
de hambre por primera vez me puse un cartel durante unos días y ni
caso. Un hombre me dijo que si no me costuraba nadie me iba a hacer
caso, así que conseguí una aguja de 5 pesos y cordel de pescar y me
costuré. Dadas las condiciones de mi seguridad pedí mi traslado
voluntario al CERSS nº 5. Cuando terminé mi huelga de hambre me
trasladaron aquí al 5 donde me encuentro ahora exigiendo mi
libertad.
He
intentado que el consulado de mi país se presente en ocasiones a
visitarme, pero no lo he conseguido. Ignoro los motivos de su
abandono. Sigo luchando por mi libertad que el poder judicial ya me
ha prometido en dos ocasiones este mismo año. Le pido a las
autoridades correspondientes mi libertad porque de lo contrario voy a
volver a iniciar una huelga de hambre y de sed si hace falta.
Roberto
Carlos Ruiz Hernández
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