John Holloway – Curso La Tormenta (2020) – Coronacrisis I
Los
seminarios que nos faltan serán dedicados a la discusión de la Coronacrisis. ¿Cómo entenderla?
¿Cómo entender la crisis en el contexto que hemos estado
desarrollando, es decir desde la perspectiva del carácter cada
vez más ficticio de la acumulación capitalista? ¿Cómo entender
las posibilidades políticas de la situación actual?
Este curso es el desarrollo de un curso que
se impartió por primera vez en 2016 y que se publicó en el libro «La
Tormenta». La segunda versión se impartió en
2018.
NARRATIVA DE LA SESIÓN
La Corona-Tormenta / John Holloway
El movimiento
estudiantil contra la violencia y luego la emergencia provocada
por el coronavirus son expresiones de la tormenta que estamos
tratando de entender. Primero, en el caso del movimiento
estudiantil emerge como una fuerza que no está dispuesta a
aceptar el incremento de esta violencia que es manifestación de
la descomposición social ocasionada por la crisis capitalista.
En el caso del coronavirus, hay tal vez tres líneas que nos ayudan a pensar la emergencia actual en el contexto de la tormenta. En las discusiones oficiales no se conecta la pandemia con el capital: se tiende a presentarla como un “acto de fuerza mayor”, como amenaza que viene de afuera. Las críticas, por su parte, enfatizan la continuidad entre la pandemia y el desarrollo del capital.
Los tres puntos
más relevantes me parecen:
- Destrucción de la naturaleza.
- Intensificación de la vigilancia estatal
- Ficcionalización del capital
Destrucción de la naturaleza
El coronavirus no
surge de la nada. Surge más bien de la destrucción de la
relación entre humanos y otras formas de vida. La urbanización,
la industrialización del campo, el cambio climático, la
deforestación, la pérdida de biodiversidad, el agotamiento del
agua: todos estos cambios tienen un efecto profundo en los
hábitats y las condiciones de vida de los animales silvestres.
Esto facilita la transmisión de virus de esos animales a los
humanos (y al revés). Si la destrucción capitalista sigue, es
muy posible que el coronavirus esté anunciando una época de
pandemias con consecuencias impredecibles. Como dice Antonio Tenorio, un experto en virus:
“La aparición de infecciones va en aumento y su contagio es cada
vez más rápido. Las razones están asociadas al desarrollo de una
economía de sobreexplotación de recursos. Algunos ejemplos que
lo explican sería la propia deforestación y el cambio climático
que hace que los animales silvestres se acerquen a las
poblaciones. También la manipulación de animales silvestres para
comerlos, o extraer sus cuernos, etc. El hacinamiento de
animales en las granjas―gripe aviar, peste porcina…―el caso de
las vacas locas por haberles dado restos de vacas muertas como
alimento…”
Intensificación de la vigilancia estatal
En casi todos los
países, la regulación estatal de los movimientos de los
habitantes de sus territorios ha llegado a extremos
inimaginables apenas hace tres meses. Aunque hay diferencias
significativas entre los diferentes Estados, la tendencia es
común a todos. Aquí también hay líneas de continuidad con el
desarrollo mundial en años recientes, sobre todo en el contexto
de la llamada guerra contra el terrorismo, como lo ha indicado
Agamben. El control está acompañado por un fortalecimiento de
poderes policíacos y militares y también por una aplicación sin
precedente de software de vigilancia (ver Harari).
Ficcionalización del capital
Lo que más nos
interesa en el contexto del curso es la línea de continuidad con
el carácter ficticio de la acumulación del capital.
1) El argumento
desarrollado hasta aquí entiende la situación actual del
capitalismo como un impasse entre capital y humanidad. Este
impasse se expresa en el carácter cada vez más ficticio de la
acumulación capitalista. La mayoría de los análisis del llamado
neoliberalismo lo ven más bien como triunfo del capital. La idea
de un impasse enfatiza nuestra fuerza, a pesar de las
apariencias, mientras que la idea del neoliberalismo tiende a
presentarnos como víctimas.
2) El argumento
del impasse se basa en el hecho de que en los últimos cuarenta
años, la reproducción capitalista está basada en la expansión
constante de la deuda al nivel mundial. La acumulación aparente
del capital tiene como base no solamente la producción de
plusvalía sino, cada vez más, la anticipación de una plusvalía
futura. Cada vez más, la reproducción del capital (y con eso la
reproducción social en una sociedad capitalista) está basada en
la apuesta de que el capital logrará cumplir mañana la
explotación que no ha logrado cumplir hoy. (Ver Plender para
cifras recientes sobre la expansión mundial de la deuda). Esta
crisis financiera tiene como base una crisis del trabajo, es
decir de la abstracción y explotación de la actividad humana. En
el centro del capitalismo actual está la insubordinación o no
subordinación: la acumulación exige una subordinación cada vez
mayor de la actividad humana al trabajo abstracto, pero el
capital no la logra imponer. Nosotra/os no queremos y/o no somos
capaces de subordinar nuestra actividad suficientemente a la
lógica del capital. Esta falta de subordinación no depende de la
organización consciente aunque sí la organización puede jugar un
papel importante. Las expectativas que tenemos de la vida (lo
que Marx llama el elemento moral del salario, lo que también se
podría entender como civilización) también juegan un papel.
3) Este impasse
entre capital y humanos constituye un bloque al proceso de
crisis que es característico de la acumulación del capital. El
desarrollo capitalista conduce a una caída periódica de la tasa
de ganancia. Para reponerse requiere una reestructuración (lo
que Schumpeter llama una destrucción creativa). Pero esta
reestructuración no es automática: significa una lucha fuerte
para reordenar no solamente el proceso de producción sino el
conjunto de las relaciones sociales.
4) La dificultad
para el capital de lograr su restructuración se hizo evidente
después de la revolución rusa y la ola de luchas obreras en los
años 20. Después del crac financiero de 1929 y la depresión
económica que lo siguió, muchos Estados (Estados Unidos, Gran
Bretaña, Alemania, México entre muchos otros) asumieron un papel
más activo en la restructuración, postergando y administrando el
proceso. Elemento central en eso fue el debilitamiento de la
disciplina monetaria a través del abandono del patrón oro. La
teoría que justificó esta nueva forma de intervención estatal
fue la keynesiana. Sin embargo, la restructuración que creó la
base para la acumulación rápida en los años 50 y principios de
los 60 no fue producto de las políticas del New Deal sino de la
segunda guerra mundial con su destrucción enorme del capital, la
matanza de unos 70 millones de personas y la imposición a través
del fascismo y de la militarización de una nueva disciplina de
trabajo. El impasse de los años 30 (lo que Mattick veía como
“crisis permanente”) fue resuelto por la guerra.
5) Cuando surgió
otra vez una crisis mundial del capital a mediados de los años
70, después de años de lucha en muchas partes del mundo, no se
dio la misma resolución brutal de la crisis. Más bien hubo una
lucha prolongada involucrando otro aflojamiento de la disciplina
del dinero con el abandono del sistema de Bretton Woods en 1971,
la imposición de un régimen de restricción monetaria en 1979 (el
Volcker shock, el monetarismo) que duró como dos años y luego
una expansión enorme y prolongada del crédito. Esta política fue
acompañada por una reorganización del trabajo y el
debilitamiento de los sindicatos, pero significó el
establecimiento de la acumulación sobre una base cada vez más
ficticia y la postergación o prolongación de la crisis.
6) Esta situación
de impasse tiene consecuencias importantes para la acumulación
del capital. El capital sufre ganancias bajas, crecimiento
lento, alta volatilidad. El hecho de que la adquisición de
ganancias está cada vez más alejada de la producción de
plusvalía quita toda apariencia de sentido o de justificación
moral al sistema, prolifera la corrupción y la violencia. La
búsqueda frenética de la ganancia aumenta la velocidad de la
destrucción de ambiente natural, acelera el calentamiento
global, promueve las condiciones para el brote de pandemias.
También conduce a la destrucción de todo lo que no sirve a la
adquisición de ganancias, los servicios de salud, por ejemplo.
7) La existencia
de una situación de impasse no significa que la resolución de
tal impasse sea imposible. Tenemos la segunda guerra mundial
como ejemplo.
8) La crisis
financiera de 2008 no resolvió el impasse. Llevó a la imposición
de políticas de austeridad en todo el mundo, afectó mucho las
condiciones y oportunidades de vida de mucha gente, sobre todo
jóvenes, pero las intervenciones estatales (el gasto de
alrededor de 20 billones de dólares para apoyar los bancos y
restaurar la acumulación) permitieron evitar una restructuración
radical del capital. Otra vez la restructuración del capital fue
postergada y prolongada. A través de las políticas de
aflojamiento monetario (quantitative easing, QE), se buscó
evitar la confrontación total que una restructuración radical
hubiera significado.
9) Detrás de las
intervenciones estatales (como en cualquier crisis mayor) hubo
un debate, y detrás del debate hubo un miedo profundo. Un debate
entre halcones y palomas, entre los que apoyan una
restructuración, sean las que sean sus consecuencias sociales y
los que dicen que una restructuración sin amortiguamiento
estatal llevaría a un caos social y podría incluso amenazar la
reproducción del sistema.
10) La
crisis-y-restructuración del capital quedó como pendiente.
Muchos comentaristas argumentaban que no se podía evitar por
mucho tiempo, que un colapso financiero era muy probable en
estos años.
11) El coronavirus
se presenta entonces como oportunidad. Ahora existe la
posibilidad de una crisis-y-restructuración de una escala mayor.
En este contexto las medidas de seguridad adquieren otro
significado posible. Está claro que hay muchas fuerzas tratando
de aprovechar la oportunidad presentada de manera improvista,
pero no está claro que el capital tenga la fuerza para imponer
una restructuración radical del tipo abogado por los halcones.
Un escenario posible es un colapso financiero, junto con la destrucción masiva de empresas pequeñas o ineficientes y de empresas grandes asociadas con formas de acumulación más tradicionales, acompañada por un auge enorme de desempleo, una caída fuerte de salarios y la muerte masiva sobre todo de millones de pobres en las partes más pobres del mundo. Una tragedia humana que podría establecer el capital sobre una base más sana y establecer la acumulación sobre una base menos ficticia. Sería una resolución de la crisis semejante a una guerra mundial. Claro que implicaría un regreso al tren de la muerte, al cambio climático, a la proliferación de pandemias. Esta posibilidad no se puede descartar.
Contra esa
solución existen fuerzas para seguir con la postergación y
prolongación de la crisis, fuerzas liberales. Promueven la
intervención estatal para mitigar los efectos de la crisis, para
dar apoyo a empresas grandes y pequeñas y apoyo a los empleados.
Su perspectiva es un retorno a la normalidad lo más pronto
posible, aunque con ciertos cambios como mejoramiento de los
servicios de salud. La escala sin precedente en tiempos de “paz”
de las intervenciones estatales, rompiendo todas las reglas de
la disciplina monetaria, indican la fuerza de esta posición.
Dentro de las intervenciones estatales existe una variedad de
concepciones, algunas más “liberales” que otras, algunas que
favorecen claramente la restructuración a favor del capital más
avanzado, otras más orientadas hacia la supervivencia de los
capitales pequeños y de los empleados. Este debate puede tener
consecuencias significativas para el mundo después la
emergencia, pero ninguno de los enfoques cuestiona la dinámica
básica de la sociedad, ninguno piensa en jalar el freno de
emergencia en el tren de la muerte. Al contrario, detrás de este
enfoque está el miedo siempre presente en las crisis agudas: el
miedo al caos, el miedo a una ruptura de la civilización, de
esta civilización que nos está llevando a la extinción. En cada
crisis se juega con la muerte del sistema.
Las intervenciones
estatales ya anunciadas para mitigar el efecto de la crisis
exceden por mucho las intervenciones para mitigar la crisis
financiera de 2008. Su efecto sin duda va a ser una expansión
muy grande de la deuda mundial, es decir del carácter ficticio
del capital, con todo lo que implica. La intervención para
evitar un colapso social ahora creará tensiones sociales grandes
a largo plazo, como fue el caso después de 2008.
¿Existen formas de
aprovechar la situación como oportunidad para nosotra/os, como
manera de jalar el freno? No sé. Se me ocurren cuatro puntos:
Primero. La experiencia misma. Es
una ruptura de las rutinas de trabajo para mucha gente.
Significa en muchos casos desempleo, pero en muchos casos
también un cambio radical en la disciplina del trabajo. Una
ruptura también en la contaminación de las ciudades, una
reducción en la velocidad del calentamiento global. ¿Cómo tomar
esta experiencia como punto de partida para pensar otro mundo?
¿Significa un avance en la crisis del trabajo abstracto?
Segundo. El desenmascaramiento. La
crisis ha tenido un impacto enorme en términos de desenmascarar
las estructuras de poder y la irracionalidad del capitalismo,
aún si aquí interviene la categoría reaccionaria de
“neoliberalismo” para sugerir que lo único que necesitamos es un
regreso al capitalismo normal. ¿Cómo expandir el efecto
desenmascarizante/ desfetichizante al máximo? ¿Cómo conectar el
desenmascariento de la ropa nueva del emperador con el carácter
ficticio del capital?
Tercero. El aflojamiento otra vez
del dinero para permitir políticas antes descalificadas como
imposibles. Parece que el dinero pierde toda su fuerza
disciplinaria, si los gobiernos son capaces de ir incrementando
sus promesas de gasto una y otra vez. ¿Cómo aprovechar esto para
cuestionar el dinero mismo como relación social?
Cuarto. La cuestión de la
fragilidad de la disciplina social. Mucho depende de cómo vaya
desarrollando la situación en las próximas semanas, pero el
miedo de los políticos es que llegue un punto de ruptura, que la
gente acepte el aislamiento por un tiempo pero después ya no,
que prefieran el riesgo de estar contagiada a la perspectiva de
morir de hambre.
Tanto para discutir, tanto para pensar,
tanto que es impredecible.
ENLACE AL AUDIO COMPLETO DE LA SESIÓN CORONAVIRUS 1 – (2 DE ABRIL 2020)
LECTURAS DE LA SESIÓN
PREGUNTAS DE LA SESIÓN
1) ¿Por qué dice
Plender que “Cuando el coronavirus se haya ido, será cuando el
problema sistémico comience [When coronavirus is long gone, that
will be when systemic trouble starts].” ¿Cómo entiendes la
relación entre la crisis precipitada, el coronavirus y la
expansión continua del capital ficticio?
2) ¿Podemos decir
que el origen del coronavirus es capitalista?
3) ¿Qué dice
Harvey de la política anticapitalista en la situación actual?
4) ¿Cómo entiende
Harvey el impacto clasista del virus? ¿Estás de acuerdo, o crees
que los pobres son inmunes?
5) ¿Estás de
acuerdo con el argumento de Raúl Zibechi?
6) ¿Cuál es la
relación entre los sujetos neoliberales de Harvey y la
imposición del estado de excepción (o el toque de queda)?
7) ¿Cuál es la
relación del coronacrisis y la intervención del Estado para
amortiguar sus efectos?
ENCUENTROS PREVIOS:
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