Constituyente
Ciudadana-Popular
Un
México para todas las mexicanas
y
para todos los mexicanos
Raúl
Vera López
Hace
21 años desde estas tierras del sureste mexicano, se levantó el
clamor de nuestros hermanos del pueblo maya para denunciar la
usurpación de la legalidad de parte del supremo gobierno;
denunciaban desde entonces, que nuestra carta magna ya no
representaba la voluntad popular de los mexicanos y que era necesaria
“una nueva ley para nuestra patria nueva” y para ello lanzaron
una Convocatoria para una Convención Democrática cuya finalidad
era “organizar la expresión civil y la defensa de la voluntad
popular”.
Hace
poco más de un año, en la ciudad de México, el 15 de noviembre de
2014, se proclamaba la Sentencia Final del Tribunal Permanente de los
Pueblos, quien, después de haber trabajado durante tres años en
México, procesó los resultados de lo que se tituló el Capítulo
México de dicho Tribunal, donde escuchó, a través de más de 40
Pre-audiencias y 11 Audiencias Temáticas cerca de 500 quejas de
casos de violaciones a los derechos humanos de miles de mexicanos, a
lo largo y ancho de toda nuestra Patria. Dicha sentencia, en su
apartado No. 4, que titula “La Rebelión del Dolor en México”
expresa la variada y sistemática cantidad de violaciones de tales
derechos, contra miles de personas en nuestro país.
Literalmente
expresa TPP en su apartado 4, que se trata de “agravios e impactos
masivos que afectan a una gran parte de la población, que cuestionan
el papel del estado como elemento regulador de los conflictos y
protección de los derechos humanos, y ponen frente al espejo una
situación dramática, muchas veces aún silente, otras veces como un
grito desgarrado que debe ser escuchado.”
Me
referiré en esta palabra que dirijo a ustedes esta mañana, a este
Apartado 4 de la Sentencia Final del TPP, que describe la
desgarradora situación en la que se encuentra nuestro país
actualmente, narrada ante ese Tribunal, por las personas que se
presentaron a lo largo de esos tres años de su Trabajo en México a
poner sus quejas.
“El
análisis de todas estas situaciones vividas –añade el Tribunal-
muestra que México se encuentra en una encrucijada, que no puede ser
postergada ni se puede ocultar tras la evitación de los problemas,
su reducción a casos aislados o la invisibilización del papel del
Estado y de las responsabilidades de sus élites políticas. Esta
situación no solo supone una tragedia hoy en día, sino que
compromete de forma grave el futuro de la sociedad.”
El
TPP reconoce “el papel protagónico de las víctimas, de la
sociedad y los pueblos que forman parte del sentido y de la riqueza
de este país, y sus formas de resistencia”, y lo reivindica como
“la base para cualquier proceso de reconstrucción del tejido
social.”
Bajo
el subtítulo de “Violencia estructural, ambiental y directa”, la
sentencia final del TPP México dice lo siguiente:
Mientras
los Estados y agencias internacionales compran y venden los recursos
del futuro en la bolsa, poniendo precios e hipotecas para las
próximas décadas al maíz o el arroz, también el futuro se vende
cuando se toman decisiones limitando o mercantilizando los derechos a
la salud o la educación, se privatizan los servicios, se hacen más
precarias las condiciones de vida y de trabajo y se ha dado una
destrucción acelerada de la naturaleza.
Las
agresiones ambientales más frecuentemente señaladas (ante el
Tribunal) incluyen la destrucción de fuentes de agua, bosques y vida
campesina, la sobreexplotación de acuíferos y contaminación
ambiental con agrotóxicos o la contaminación transgénica.
Las
luchas contra toda esta depredación de México, el Tribunal denuncia
que lleva consigo “frecuentes formas de persecución a las y los
defensores ambientales con detenciones arbitrarias e incluso
asesinatos.”
Bajo
el título de “Exclusión social, migración y violencia” se
denuncia lo siguiente:
Estas
condiciones de exclusión han llevado a un fenómeno de migración
colectiva que afecta especialmente a los y las jóvenes, que son los
que tienen más posibilidades de inserción en los mercados laborales
del norte y a la vez expropia a México de una humanidad convertida
en capital de inversión para la economía de Estados Unidos.
“Mientras
tanto México se ha convertido en un país de frontera en la que
miles de migrantes, centroamericanos especialmente, son convertidos
en mercancía, extorsionados por redes de criminalidad o agentes del
Estado. En un territorio peligroso donde se desprecian sus derechos,
y donde sus vidas pasan a manos de redes de un tráfico de personas,
a tal escala que no puede darse sin la colaboración de agentes del
Estado y autoridades de diferentes territorios”, denuncia el
Tribunal.
Mientras
el Estado dice no saber, o atribuir la responsabilidad de todo ello a
las circunstancias, las organizaciones que trabajan con migrantes han
documentado de forma muy clara y a veces dramática su situación. Si
hay un territorio en el que los derechos hayan sido abolidos en
México, ese es el territorio de las rutas de migración que
atraviesan el país de Sur a Norte, enfatiza el Tribunal.
El
Estado no ha escuchado a estas víctimas y testigos, ni mucho menos
ha puesto en marcha políticas de prevención de la tortura, de
atención a los migrantes o de protección de los territorios, ni
parece haber escuchado las propuestas y demandas de quienes conocen
de cerca dicha problemática.
Bajo
el subtítulo “Entender la dinámica de la violencia” el Tribunal
Permanente de los Pueblos denuncia lo siguiente:
Entender
la práctica y la dimensión de la violencia contra la población
civil en México es, a la vez que una necesidad, un enorme desafío.
Para denunciar esto, el tribunal hace un poco de historia: en los
años 70, especialmente a partir de la matanza de estudiantes de
Tlatelolco, intentó acabar con la oposición política.
Más
adelante la lógica contrainsurgente llevó en algunas zonas del
país, especialmente en Chiapas con el alzamiento zapatista (…) a
una política de control del tejido social como una nueva forma de
hacer la guerra, con la creación de grupos paramilitares y el
estímulo de la división y el enfrentamiento comunitario. Todo esto
dentro de la lógica de control de la población y del territorio
En
la última década, las historias y casos escuchados por este
Tribunal muestran que las versiones siempre generalizadas sobre
oscuras redes de criminalidad ligadas al narcotráfico ocultan
también la responsabilidad o la ausencia de respuestas del Estado
como condiciones necesarias para ese horror a gran escala.
México
se ha convertido en un gran terreno de frontera no solo geográfica,
sino económica y política con Estados Unidos y la relación de
subordinación tradicional, que es a la vez la frontera Norte/Sur. En
esa gran frontera, que empieza en Chiapas y termina en Baja
California, una buena parte del territorio nacional se ha convertido
en corredores controlados o Estados fallidos en los que la
implicación del Estado federal es evidente.
Bajo
el título “Las víctimas y sobrevivientes” el denuncia lo
siguiente:
“El
TPP ha escuchado numerosos testimonios del horror, a través de las
voces de muchas mujeres víctimas y sobrevivientes, periodistas
amenazados, indígenas cuyos territorios son codiciados y cuyas
formas de vida están en peligro, comunidades afectadas por
devastación ambiental entre otros muchos. Los datos del horror
también están sujetos al baile de las estadísticas que convierte
las biografías de millones de mexicanos y mexicanas afectadas por la
violencia en números que muestran lo que esconden.
Y
el Tribunal recomienda: México necesita un estudio del nivel real de
impacto de la violencia y de las políticas que deben llevarse a cabo
para la prevención y atención a las víctimas desde una perspectiva
integral.
Y
bajo el título “Aceleración del impacto y consecuencias a largo
plazo”
En
la última década México ha vivido una aceleración del impacto de
la violencia, concentrada especialmente en la población joven, y que
hipoteca el futuro de la sociedad. Mientras los gobiernos se terminan
cada seis años, los impactos de la violencia son acumulativos en el
tiempo.
Continúa
diciendo el Tribunal: “Las decenas de miles de desaparecidos no son
hechos del pasado, son violaciones que siguen cometiéndose en el
presente, y cuyos impactos se prolongan en la responsabilidad de los
perpetradores o la necesaria investigación y justicia por parte del
Estado que no se cancela con el tiempo.
Bajo
el título de “Rol del Estado y desmantelamiento de derechos” el
TPP denuncia:
“En
México, donde las condiciones de riqueza de recursos naturales, de
corrupción sistémica, de grave desigualdad social y pobreza, y
redes de criminalidad basadas en el narcotráfico, el Estado ha ido
perdiendo su rol regulador y de protección de los derechos de las
grandes mayorías y suprimiendo progresivamente sus garantías.”
Basándose
en la fuerte evidencia que de forma reiterada fue reiterada en las
distintas audiencias, el TPP constata “la responsabilidad de las
autoridades de diferentes gobiernos en el desmantelamiento de las
garantías legales, especialmente con sucesivas y continuas reformas
constitucionales, que han ido implicando una pérdida de los derechos
de la población mientras aumentan las garantías para las empresas
transnacionales o las élites económicas.”
Sigue
afirmando el Tribunal: “Las decisiones políticas que comprometen
el futuro son tomadas por autoridades elegidas, pero muchas veces
corruptas, o que obedecen a criterios e intereses de su propio
beneficio o son parte de las políticas de empresas transnacionales
que buscan maximizar sus beneficios a costa de las nuevas
generaciones”.
Y
afirma con contundencia: “Especialmente relevante es la reforma del
artículo 27 constitucional de la propiedad de la tierra ejidal y
comunal, que supuso una expropiación de derechos y garantías sobre
el uso y pertenencia de la tierra y sus recursos”.
“Estas
políticas y prácticas muestran cómo se han presentado como
pretendidas políticas de desarrollo verdaderas acciones de despojo a
las que, posteriormente, se ha proporcionado cobertura legal.”
Y
continua diciendo que así “el derecho pierde su papel protector y
se convierte en una forma de desviación que expropia el poder a la
población mexicana y lo deposita en los acuerdos comerciales, la
presión de transnacionales o los intereses de las élites
económicas”
Para
probar lo anterior, hace referencia a la “reciente prohibición de
la Corte Suprema de Justicia de realizar consultas o referéndum
sobre aspectos que tengan que ver con ingresos y gastos” Esto que
correspondería originalmente a la política fiscal y también es
sujeto de las demandas populares. Por lo tanto el Tribunal afirma que
esta prohibición “supone en la práctica un candado legal para el
desarrollo de la participación, y por tanto del poder fundacional de
la democracia en la sociedad mexicana”.
Ante
esta situación como la que vive México, que a su debido tiempo
denunciaron los habitantes originarios de etas tierras, hace 21 años.
Hoy, por medio del Tribunal Permanente de los Pueblos, está dibujada
la situación del país en todas sus latitudes, de modo que ya no son
solamente nuestros hermanos y hermanas mayas los que piden un nuevo
pacto social, somos todos las y los mexicanos.
De la misma manera que ellos contribuyeron a la construcción de una ley indígena justa que nunca entró a la Constitución, ahora todas y todos los mexicanos queremos una nueva Constitución que reflejo un nuevo pacto social en el que todas y todos quedemos incluidos. Y en donde nuestros pueblos originarios estén representados, con toda su riqueza cultural y sabiduría milenaria y donde las y los mexicanos tengamos la garantía de un verdadero modo de gobernanza que nos facilite el encuentro fraterno y justo que nos abra el camino hacia el verdadero progreso. Ya no queremos ese desvío de poder, en donde la autoridad que delegamos en un gobierno se pervierta, para poner nuestros recursos personas, para poner nuestros recursos y nuestro territorio al servicio de las empresas multinacionales y de los gobiernos y de los Estados de donde provienen, sino al servicio de todos los mexicanos y mexicanas que queremos paz con justicia, que queremos desarrollo con vida digna, que queremos un México en donde todas y todos seamos incluidos para que podamos construirlo y administrarlo en beneficio de todas y todos nosotros.
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