Subes las escaleras y de repente. De repente… Los puntos suspensivos los llena cada uno, al ritmo de su corazón y de su pensamiento. Pero algo es cierto: imposible no conmoverse. Conmoverse primero por la belleza, porque no hay corazón que resista tanta belleza. Pero conmoverse también porque en esa belleza, en esas pinturas, en esos bordados, en ese mundo de expresión está la lucha, la perseverancia, el oficio incansable de la esperanza.
A muchos quilómetros de distancia, en alguna ciudad de Brasil, en la casa de un artista que es un verdadero poeta del color, se discutía justo anoche la esperanza, que proviene del verbo “esperanzar”, y no de “esperar”. O sea que la esperanza es movimiento, es acción, es lucha, es el oficio minucioso y porfiado de construir otro mundo posible.
Eso mero es lo que dice el Sup Galeano en su misiva a Juan Villoro cuando escribe que son las artes, y no la política, las que “cavan en lo más profundo del ser humano y rescatan su esencia. Como si el mundo siguiera siendo el mismo, pero con ellas y por ellas pudiéramos encontrar la posibilidad humana entre tantos engranajes, tuercas y resortes rechinando con mal humor.
A diferencia de la política, el arte entonces no trata de reajustar o arreglar la máquina. Hace, en cambio, algo más subversivo e inquietante: muestra la posibilidad de otro mundo. […] Como si en lugar de re-etiquetar la máquina, embelleciéndola o afinándola, el arte y la ciencia plantaran, sobre la cromada superficie del sistema, un letrero lacónico y definitorio: ‘CADUCO’, ‘Tiempo Transcurrido’, ‘para continuar viviendo deposite otro mundo’”.
Al tiempo en que comienza el encuentro “L@s zapatistas y las ConCIENCIAS por la Humanidad” en San Cristóbal de Las Casas, se presenta también la exposición de las obras zapatistas exhibidas en el encuentro “CompARTE por la Humanidad” el pasado julio y agosto, en La Galería, en el andador del Arco del Carmen, Miguel Hidalgo 3. Para quienes no pudieron asistir al CompARTE, la exposición “CompARTiendo Arte Zapatista – Obras colectivas e individuales de zapatistas de los cinco caracoles” es imperdible.
Kiki Suárez, Beatriz Aurora, Rocío Noemi Martínez, inauguración de la exposición
“Compartiendo Arte Zapatista”.
Los combates y las luchas de la historia nos sitúan hoy aquí, para poder apreciar, desde el corazón de Jovel, “la soberbia Ciudad Real” -construida por manos anónimas indias y negras-, las producciones artísticas de estos pueblos, ahora forjadores de otra historia.
Los creadores de esta historia contemporánea, que habitan los cinco caracoles zapatistas, se dieron a la tarea de concebir y realizar obras en su mayoría colectivas, para participar en el encuentro internacional, al que fueron convocados los artistas del mundo, para compartir todos los modos posibles de imaginación, en un combate frontal de la creación contra la destrucción.
Esta exposición es la demostración de una historia que se opone a la “visión de los vencidos”. Una mujer indígena cubriéndose el rostro con un paliacate, combatiendo a la hidra capitalista con su machete, podrá hacer énfasis de ello.
Esta exposición es también una demostración del porqué luchan los pueblos: desde sus barrios, comunidades, municipios, regiones y zonas, construyendo día con día en tiempos distintos a los impuestos por el capital, el caminar lento del caracol que revela, en la constancia, cómo se van llenando los fondos vacíos con colores y cómo se le va dando sentido, paso a paso, a lo que hacemos.
Las formas de arte aquí presentes que hablan del cotidiano en la milpa, de los proyectos productivos, de la educación autónoma, de la salud autónoma, o de la comunicación libre, son una primicia que nos permite constatar la construcción de la autodeterminación de los pueblos. Lejos de ser una utopía, ésta se revela en acciones concretas que retoman su historia muy atrás en el tiempo, sin dejar de renovarse en permanencia, construyendo su devenir en otras formas y otros soportes. Aquí la multiplicidad de pueblos que gritaron “nunca más un México sin nosotros” nos transmite su saber hacer que no es patrimonio muerto, sino historia viva, y por ello su valor histórico y cultural es incalculable. Conocerlos más a profundidad nos ayudaría a cuestionar los modelos de vida de una modernidad agotada y quizás a poder plantearnos formas de vida alternativas para México y para el mundo.
Las imágenes que producimos en la historia de la humanidad están habitadas de memorias colectivas (de almas o ch’ulelal, dirían los mayas). En el presente, el imaginario colectivo se complace en formas espectaculares de horror y muerte que pretenden habituarnos a una realidad devastadora sin futuro. Las obras que llenan estos muros, diferentes de las tradiciones iconograficas convencionales, con formas sorprendentes, creadas por quienes hicieron posible el CompArte, aun viviendo en medio de una guerra “de baja intensidad”, en lugar de presentarnos el horror de la guerra, nos hacen mirar otro mundo y otra vida posibles. Aquí, la “construcción” es un arma contra la destrucción y el ARTE, además de ser la expresión de la libertad, es una poderosa fuerza creativa que permite la reconstitución de las personas, de las colectividades y del osil balamil, es decir, el universo, donde cada ser que vive ahí adentro tiene un lugar y una razón de ser y de existir.
Los lienzos y las mantas pintadas, los hierros forjados, las esculturas de madera, los bordados aquí expuestos son pensamientos y experiencias materializados, expresión de la potencia de los pueblos. Así, nos ponen a mirar, a escuchar, a re-acomodar o quizás desacomodar nuestros pensamientos para transformarlos y transformarnos en otros y otras.
Esta historia, en las palabras del Subcomandante Moisés, el día 3 de agosto de 2016, en el comunicado titulado “El arte que no se ve ni se escucha”, nos hace reflexionar sobre el espejo que refleja la vida real y aquella que imaginamos. Esa que por la capacidad de poder ser imaginada es posible de reconstruir y transformar cuando sea necesario, en la realidad:
“El arte, hermanas y hermanos, compañeras y compañeros es tan importante, porque es el que da una ilustración de una nueva cosa en la vida, tan diferente y que puedes comparar con lo ilustrado en la vida real, que no miente”.
Rocío Noemí Martínez
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, Diciembre, 2016
“Compartiendo Arte Zapatista”
La Galería, Hidalgo No.3, San Cristóbal de Las Casas,
Hasta el 10 de enero
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